viernes, 29 de diciembre de 2006

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Puso cuatro ceros enteros para que la fe le llegara para varios miles. El rico descerebrado no quería quedarse corto.
Incauto, cayó en una cuesta de temidos ridículos.
¿De donde salió este niño tan serio?
Juegan desde entonces comanches descabalgados en el resbaladizo mosaico hidráulico, la mano infantil suspendida en inestables pieles rojas de plástico. Fue generoso en su dispendio de horas terrenas, terrestres o divinas izando indios del suelo o numerando moscas en puertas donde se insinuaba timidamente el sol.
Construye ya para siempre casas con paredes de cartón y miedos en alerta rozando puertas y esquinas.
El aire se definió en estos concisos parámetros.
Cayó como curiosidad el que se volviera sin esfuerzo payaso.

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