domingo, 10 de junio de 2007

El Globo


Siento que la globalidad se me ha merendado y tengo el sentimiento de que todos hemos sido engullidos por esta particularidad de características excesivas. Nada de lo atesorado durante las vidas de varias generaciones sirve como defensa a la vulgaridad en la que nos ha convertido el encogimiento súbito del mundo. No pienso resistirme a todas las muertes anunciadas, la mía inclusive pues hoy tomé lo suficiente para pensar en positivo, igual así nace un niño y no el medrar interminable que siempre temí de un viejo andrajoso. Quizás este tiempo erizado de dificultades despierte al cuerpo sedado del bienestar y Lázaro vuelva a andar, aunque sea lento.
Estamos en esta fiesta perpetua honrando con contagiosa alegría a un muerto, comiendo de sus últimos obsequios, solemnemente esclarecido el hecho de que cuando acaben los festejos habremos de enfrentarnos a una realidad poco deseada. ¡Viva la fiesta!

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